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K.

esbozo de una sonrisa mientras cae

Sonriendole al azar de los desaires,
la respuesta es un silencio.
Nadie
musita extraños
ni reflejos de la vida,
ni tan siquiera unos versos
para demostrar que exista
algún provecho
en sus pulmones;
no demuestra si respira,
¿qué atesora?
Nadie cruza esta avenida
de mis venas
hasta el corazón, el templo
donde todo el sentimiento
que poseo
se marchita
sin que exista
ni tan solo
una visita
para que florezcan cielos
en el barro que lo habita
hasta el momento.
Nadie expone
sus desgracias a la vista,
nadie
muestra sus lamentos,
no liberan del escudo,
del señuelo
que protege sus rutinas,
la realidad que les priva
de liberar sus conciencias,
la apatía que les encierra
en su cerebro, no la libran.

Y se caen,
perecederos,
hojas del arbol del tiempo,
a un suelo que los castiga.
13:37
02-01-04

noc.

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